Quito, Mayo 2025.- Mayo es el Mes de Acción por la Salud de las Mujeres, una fecha clave para visibilizar las inequidades que enfrentan millones de mujeres en América Latina y en Ecuador en el acceso, atención y tratamiento dentro de los sistemas de salud. Aunque representan el 50,8% de la población latinoamericana, su experiencia sanitaria sigue marcada por brechas estructurales que limitan su bienestar y frenan el desarrollo social y económico de toda la región.
Cifras que alertan
Las estadísticas revelan una realidad ineludible: las mujeres suelen postergar su propio cuidado para priorizar el de los demás; enfrentan diagnósticos tardíos o erróneos en más de 700 enfermedades; y pasan el 25 % de su vida en condiciones de mala salud, especialmente durante los años en que deberían gozar de mayor productividad y bienestar, según datos de un estudio del Deloitte Health Equity Institute en los EE. UU.
Esta situación no solo representa una pérdida en términos de salud y bienestar individual: cerrar la brecha en salud femenina podría generar más de 51.000 millones de dólares anuales al PIB de América Latina hacia 2040, según el McKinsey Health Institute y el Foro Económico Mundial.
En Ecuador, los principales desafíos están en la lucha contra el cáncer. El de mama representa el 23% de los casos en mujeres y el de cuello uterino el 10,5%. A estos se suma el cáncer de ovario, que ocupa el tercer lugar entre los ginecológicos, con una incidencia estimada entre 5,6 y 6,8 casos por cada 100.000 mujeres, según datos publicados por Globocam y Solca núcleo Quito. El diagnóstico puede tardar hasta cinco meses, y el costo del tratamiento —como la quimioterapia, entre 4.000 y 5.500 dólares— hace que muchas mujeres no accedan a la atención que necesitan, sí lo demuestra el estudio EquityCancer-LA, en la cual participaron científicos del Instituto de Salud Pública (ISP) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Invertir en salud femenina es invertir en el futuro del país
Garantizar una atención integral y oportuna para las mujeres no es solo una cuestión de justicia. Es una apuesta inteligente para el desarrollo sostenible. Cada dólar invertido en salud puede retornar entre 2 y 4 dólares a la economía nacional, según datos publicados por un reciente estudio del Instituto WIFOR, que se especializa en el análisis y evaluación de la economía de la salud y la carga socioeconómica de las enfermedades. Mujeres saludables son madres, líderes, trabajadoras y cuidadoras capaces de contribuir plenamente al bienestar de sus familias y comunidades.
El Ecuador está impulsando estrategias nacionales de prevención, como la vacunación contra el VPH en niñas de 9 años y el tamizaje molecular para detectar tempranamente el cáncer cervicouterino, en línea con la estrategia global 90-70-90 de la OMS.
La innovación biofarmacéutica: una aliada fundamental
La industria farmacéutica de investigación e innovación juega un rol cada vez más activo en cerrar estas brechas. Actualmente, existen alrededor de 1.000 nuevos medicamentos en investigación y desarrollo específicamente dirigidos a enfermedades que afectan exclusivamente a las mujeres, reflejando un creciente compromiso con la equidad en salud.
“Nuestra industria farmacéutica de investigación está fortaleciendo constantemente sus esfuerzos para mejorar la disponibilidad de soluciones terapéuticas innovadoras que respondan a las necesidades reales de las mujeres, considerando las particularidades biológicas y clínicas del sexo femenino; con la convicción de que las mujeres son la base de un mundo más saludable.”, señaló Álvaro Maldonado, presidente ejecutivo de la Industria Farmacéutica de Investigación en Innovación (IFI).
Actuar en conjunto para un cambio sistémico
Cerrar la brecha sanitaria de las mujeres exige un enfoque colaborativo entre gobiernos, sector privado, academia y sociedad civil. Se requiere mayor concientización sobre las necesidades específicas de salud de las mujeres, mejor acceso a atención diferenciada por sexo, más datos desagregados, financiamiento sostenible e impulso a políticas públicas transformadoras.
Las mujeres son el pilar de nuestras familias, comunidades y economías. Proteger su salud no es solo un imperativo ético: es una estrategia decisiva para construir países más prósperos, resilientes y equitativos.