El dolor crónico afecta a millones de ecuatorianos

Un estudio epidemiológico basado en métodos del Global Burden of Disease (GBD) estima que en Ecuador más de 3 644 108 personas padecen de dolor crónico, lo que equivale a aproximadamente 21% de la población. Las principales causas son el dolor lumbar, la osteoartritis y el cáncer.1

Quito, octubre de 2025— Este 17 de octubre, el mundo conmemora el Día Mundial del Dolor, una fecha promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), con el objetivo de visibilizar el sufrimiento asociado al dolor crónico y reconocerlo como una enfermedad que requiere diagnóstico y tratamiento integral.

En Ecuador, la situación es preocupante: se estima que uno de cada cinco ecuatorianos (21 %) vive con dolor crónico, de acuerdo con un estudio basado en datos del Global Burden of Disease1. Esto equivale a más de 3,6 millones de personas que ven limitada su vida personal, social y laboral.

El dolor crónico: una enfermedad que va más allá del síntoma

“Es importante que la población comprenda que existen dos tipos de dolor: el agudo y el crónico”, explica el Dr. Mario Paz, especialista en manejo del dolor.
“El dolor agudo actúa como una señal de alarma del organismo: nos indica que algo no está bien, como cuando tenemos una lesión o un trauma. En cambio, el dolor crónico persiste más allá de tres meses y deja de cumplir esa función protectora, convirtiéndose en una enfermedad en sí misma”.

Diferencias entre dolor agudo y crónico

Dolor Agudo Crónico
Síntoma Enfermedad
Intensidad Proporcional No proporcional
Evolución Transitoria Permanente/recurrente
Función biológica No
Se asocia con Ansiedad Depresión

La cirugía como fuente frecuente de dolor agudo que cronifica

La cirugía es una de las fuentes más comunes de síndromes de dolor agudo a crónico.2 Este dolor posoperatorio crónico (DPOC) tampoco se restringe a cirugías mayores y se ve a menudo después de procedimientos menos invasivos, como las reparaciones de hernias. Este dolor puede ser el resultado de un traumatismo por el procedimiento o de complicaciones relacionadas.2 Se caracteriza por ser un dolor agudo, limitado en el tiempo, predecible y evitable. Su mal control afecta negativamente la calidad de vida y aumenta el riesgo de complicaciones, la morbilidad y los costos, incrementando también el riesgo de desarrollar dolor crónico persistente.3

Uno de los principales indicadores de los malos resultados del dolor posoperatorio a largo plazo es el dolor no controlado que persiste en las primeras semanas o meses después de la cirugía. Este periodo es crítico para proporcionar intervenciones tempranas para prevenir la cronificación del dolor.4

En varios estudios y encuestas realizadas en los últimos años se ha podido comprobar que este mal manejo del dolor y de la alta prevalencia es debido a muchos factores. Entre ellos están que, en algunos países, aún piensan que tener dolor es algo “normal” tras un proceso quirúrgico; además, las guías de tratamiento analgésico suelen ser inadecuadas para el tipo de cirugía y de paciente, no existiendo protocolos específicos y un miedo al uso de determinados fármacos y técnicas analgésicas.3

Por otro lado, las enfermedades que requieren manejo del dolor en el mediano y largo plazo son variadas y pueden incluir artritis, fibromialgia, cáncer, lesiones nerviosas, problemas de espalda, migrañas, esclerosis múltiple o dolor pélvico crónico, entre otras. Muchas de ellas implican cambios en el sistema nervioso que perpetúan el dolor incluso cuando la causa inicial ya no está presente. Tratar precoz y adecuadamente el dolor agudo no sólo aliviará al paciente sino además será un elemento fundamental para que ese dolor no se cronifique

Un estudio realizado en Ecuador sobre el dolor crónico de alta intensidad no oncológico (HICP) encontró que afecta al 9 % de los adultos, con mayor prevalencia en mujeres (12,3 %) frente a hombres (5,6 %).5

Impacto en la vida cotidiana y la salud mental

El dolor crónico no solo se refleja en el cuerpo: también afecta profundamente la vida emocional y social de quienes lo padecen.

“El dolor limita la actividad física, interfiere con el sueño y puede desencadenar depresión. Se convierte en un círculo vicioso: mientras los pacientes menos duermen, más aumenta el dolor”, señala el Dr. Paz.

Investigaciones locales respaldan esta preocupación. Un estudio en el Hospital Pablo Arturo Suárez (Quito, 2023)6 encontró que 7 de cada 10 pacientes ambulatorios presentan dolor crónico, con mayor frecuencia en mujeres y asociado a factores de riesgo como obesidad, hipertensión o diabetes.

Un abordaje integral: clave para mejorar la calidad de vida

En un estudio realizado por La Sociedad Ecuatoriana para estudio y tratamiento del dolor en 20225 el 8% de los pacientes encuestados con Dolor Crónico afirmaron que se automedicaron o recibieron consejos de familiares.

Es fundamental que la población comprenda que es posible sobrellevar y manejar el dolor, para ello se recomienda acudir a su médico quién puede derivarlo a centros especializados si fuera el caso.

“En las Unidades de Dolor trabajamos con un enfoque integral: desde fisioterapia y manejo farmacológico hasta apoyo psicológico, porque entendemos que los factores emocionales también pueden manifestarse como dolor físico”, explica el Dr. Marco Paz.

El abordaje moderno es multimodal: combina medicamentos, técnicas intervencionistas, rehabilitación física y terapias psicológicas.

Existen distintos niveles de atención:

Los especialistas coinciden en que el primer paso es reconocer el dolor crónico como una enfermedad y no minimizarlo como un síntoma pasajero. Esto implica consultar oportunamente al médico, evitar la automedicación y acceder a tratamientos que prioricen la calidad de vida del paciente.

“El Día Mundial del Dolor es un recordatorio de que millones de personas viven con una condición que afecta su salud física, emocional y social. Hablar de ello, generar conciencia y fortalecer las políticas de atención en Ecuador es fundamental”, concluye el Dr. Paz. Evitar la cornificación del dolor agudo siempre redundará en beneficios para el paciente y el sistema de salud.

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