Ecuador, diciembre de 2025.– Las remesas enviadas por ecuatorianos residentes en el exterior alcanzaron un récord histórico en 2024, sumando USD 6.539,8 millones, según datos del Banco Central del Ecuador (BCE). La tendencia se mantiene firme: solo en el primer trimestre de 2025 ingresaron USD 1.724,3 millones, un crecimiento del 23,7% frente al mismo período del año anterior.
Este flujo económico, que por décadas ha sostenido la economía de miles de hogares, está adquiriendo un nuevo significado en el mercado inmobiliario nacional. Cada vez más familias ecuatorianas destinan parte de las remesas a la construcción de patrimonio, especialmente a la adquisición de viviendas. Estudios académicos, como el realizado por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), ya señalaban que históricamente una porción significativa de estos recursos se ha canalizado hacia la compra o construcción de casas, consolidando un vínculo cada vez más evidente entre migración e inversión inmobiliaria.
Los desarrolladores del país confirman esta transformación. Joseph Schwarzkopf, vocero de Uribe Schwarzkopf, una de las principales firmas inmobiliarias del Ecuador, destaca que la participación de ecuatorianos residentes en el exterior se ha acelerado de forma notable.
“En los últimos dos años hemos visto un incremento sostenido de compradores ecuatorianos que viven fuera del país. Antes representaban un segmento pequeño del mercado; hoy, dependiendo del proyecto, pueden llegar a ser hasta el 20% del total de adquirentes”, afirma.
Para Schwarzkopf, este fenómeno responde tanto al ciclo económico de los países que concentran la mayor parte de la diáspora ecuatoriana principalmente Estados Unidos y España como a una visión más madura de inversión. “El migrante ecuatoriano está invirtiendo con una mirada de largo plazo. Cuando envían remesas, no solo buscan apoyar a sus familias mes a mes: también quieren formar un patrimonio tangible y seguro en Ecuador. La vivienda se convierte en esa pieza clave”, explica.
La industria inmobiliaria, consciente de este nuevo perfil de comprador, ha evolucionado de manera acelerada. Uribe Schwarzkopf, por ejemplo, ha implementado estrategias diseñadas específicamente para atender a clientes en el exterior.
“Hemos digitalizado nuestra asesoría, incorporando recorridos virtuales, procesos de documentación a distancia y plataformas seguras que acompañan cada etapa de la compra. Además, desplazamos a nuestro equipo comercial a ciudades como Nueva York y Madrid —donde se concentra la mayor comunidad de migrantes ecuatorianos— para brindar información de primera mano, fortalecer la confianza y concretar más ventas”, detalla Schwarzkopf.
El sector financiero también percibe este impulso. Expertos hipotecarios aseguran que existe un crecimiento sostenido en solicitudes de crédito respaldadas por remesas o por ingresos generados fuera del país, un indicador claro del peso que los migrantes están tomando en la dinámica de compra de vivienda.
Con un flujo de remesas en ascenso y una comunidad migrante cada vez más interesada en invertir en su país natal, las desarrolladoras proyectan que 2026 será un año de consolidación para esta tendencia.
“Mientras las remesas mantengan su ritmo y los ecuatorianos en el exterior continúen viendo al país como un lugar seguro para invertir, su participación en el mercado inmobiliario será cada vez más relevante. El migrante ecuatoriano se está convirtiendo en un actor fundamental del sector”, subraya Joseph Schwarzkopf.
Lo que alguna vez parecía un aporte silencioso hoy se perfila como un motor económico de gran escala. Las remesas no solo sostienen hogares: están comenzando a redefinir el mapa de inversión y desarrollo urbano en el Ecuador.
